Áuryn (introducida por Remo) explica como funcionan las famosas máquinas de la verdad y habla sobre el patético uso que de ellas dan en las televisiones: “Cuando se empezaron a estudiar las medidas fisiológicas en el ámbito judicial, la teoría base venía a decir más o menos que el culpable de un delito se pondría nervioso ante la posibilidad de que lo pillasen, mientras que el inocente no lo estaría. Por lo tanto, aquel que, conectado al polígrafo, al escuchar preguntas referidas a un delito mostrase unos valores diferentes en la gráfica a los que tendría escuchando preguntas no relevantes, sería culpable. Era lógico, era sencillo, y no era del todo fiel a la realidad. Como en los juicios de Dios de la antigüedad, esto tenía un grave fallo: para que funcionase, el culpable tenía que creer que la máquina detectaba las mentiras, y el inocente, que la máquina demostraba su inocencia. Si el culpable no sentía ningún tipo de nerviosismo o si el inocente se sentía muy turbado por las preguntas referidas a actos delictivos, las medidas se iban al traste. Por eso se «convencía» previamente a los sujetos que iban a pasar la prueba de que la máquina era infalible, para ponerlos en el estado de ánimo adecuado.” Polígrafos.