En De la libertad de expresión y otros cuentos José Steinsleger utiliza varios ejemplos para mostrar cómo los medios manipulan la información: “Si con base en “fuentes de inteligencia” y en las declaraciones (digamos) del paramilitar que oficia de vicepresidente de Colombia, un medio nos dice que la guerrilla de aquel país amenaza la estabilidad de México, debe dar voz y despliegue igual a quienes lo dudan. De lo contrario, la información se convierte en propaganda corporativa.
Hasta aquí, lo ideal. Luego, el joven estudiante de comunicación o derecho irá viendo que la ética inculcada por el profesor para formar ciudadanos responsables es pura palabrería. ¿Qué está fallando? ¿El ideal, la realidad, los principios?
El negocio de los grandes medios de difusión (llamarlos “de comunicación” sería exceso) consiste en tergiversar y silenciar a quienes disienten con un determinado orden de cosas. Pero a la claudicación, amoralidad y desdén por los principios (opciones individuales que el esoterismo académico atribuye a la “crisis de la modernidad”) debemos remitir el actual y confuso orden de las cosas.”