Nunca me había parado a pensar en la ergonomía como un problema real para el estudiante y cuánto puede influir en su rendimiento. Jaime Martínez Montero sí que lo ha pensado: “No podría ocurrir que, por frío y por calor, una quinta parte del curso no se pudiera aprovechar bien? He visitado aulas en las que los niños están con su abrigo o chaquetón puesto, y más atentos a entrar en calor que a aprender sutilezas. ¿Y en verano? El primer horror es el recreo. Desde entonces no hay quien aguante. ¿Conocen algún lugar donde haya menos sombra que en los patios de los colegios o de los institutos? Al considerar todos estos aspectos surge una cuestión: ¿por qué los niños no tienen aire acondicionado en las aulas? Que es muy desagradable trabajar con calor está perfectamente constatado. Prueba de ello es que todas nuestras autoridades y funcionarios lo tienen. En algunos centros escolares se ha instalado… en los despachos de los directivos. ¿Por qué no lo tienen los escolares? Cuando escasea un bien o hay peligro serio, ¿no se aplica el principio de que los niños primero? ¿Por qué en las condiciones en que ellos desarrollan su trabajo –que es formarse– tienen que ser los últimos? ¿Puede ser una medida muy cara? Pienso que no.” ¿Alguien se anima?.