César Mallorquí escribe Contra la tauromaquia, pero antes de entrar en la materia en cuestión cuenta lo que para mí es más interesante del artículo: cómo tras ver una pelea con resultado de muerte de uno de los púgiles decidió no volver a ver ningún combate más: “Ese día comprendí algo y tomé una decisión. Comprendí que ningún espectáculo justifica que sus protagonistas pongan en riesgo su vida o su salud. En cuanto a la decisión, me juré a mí mismo que jamás volvería a presenciar un combate de boxeo. Y lo he cumplido; desde entonces, no he visto ni un round, y, pese a que me sigue gustando el boxeo, estoy muy satisfecho de esa decisión. Digamos que me siento más consecuente conmigo mismo. De hecho, si en mi mano estuviese prohibiría el boxeo profesional; es decir, aquellos combates en que, con presencia de público, los púgiles reciben dinero por partirse la cara.
¿Por qué hablo de boxeo si el título del post va sobre tauromaquia? Porque quiero dejar claro que no basta con que a uno le guste una cosa para que esa cosa sea buena. Cuando veía combates (siempre por TV), sólo veía una parte del boxeo, el espectáculo, el arte del pugilismo, pero me negaba a ver lo que había detrás. Y lo que había detrás, amigos míos, era terrible. Puestas en una balanza la parte buena y la parte mala, pesaban mucho más los aspectos negativos del boxeo, de modo que, por un mínimo de coherencia ética, yo no podía formar parte de esa barbaridad, ni siquiera como espectador en la distancia.”
2007-05-22 04:37
El espectáculo de “LOS TOROS” debe de terminar y pasar a ser un pasaje en la historia. Me sorprende y aterra saber de tantos sádicos. Para mi no merece ni respeto ni consideración alguna sus participantes y seguidores de esa “actividad”. No es virtud ni buen gusto, ni progreso del ser humano.