Entre acordes y humo es unentrañable texto de Alberto Haj-Saleh sobre el nacimiento de su pasión por los cantautores. Adolescente, descubre un local donde los cantan los martes y ruega a su madre que le deje trasnochar e ir a verlos: “Pero el caso es que me dejó ir, con la única condición de volver siempre en taxi.
Y así, durante un año, fui todos los martes a la Carbonería a escuchar al viejo Alfonso, a Pepe, a veces tan envidioso, a Joaquín, el mejor de todos ellos y también el más soberbio, al bueno de Manolo Guerra, perdido en textos imposibles y en su amor por Silvio. En aquellas mesas largas compartidas, donde un paquete de cigarrillos era el de todos (aunque yo no fumara por aquel entonces), donde a nadie se le ocurría levantarse a la barra sin preguntar a los demás si querían algo, aunque no los conociera; allí, donde nos sentíamos importantes porque creíamos que cantaban sólo para nosotros, porque cuando llegábamos venían a saludarnos y nos dedicaban canciones, donde empecé a hacerme mayor, a ver como ellos también eran terrenos, se divorciaban, se peleaban, tenían envidias, a veces no tenían cuerpo para salir a cantar.”
2007-05-09 13:48
Vaya, muchísimas gracias por el enlace :-)