Despecho cósmico, artículo de Thilo Hanisch Luque, analiza la relación entre el cosmos y la música a lo largo de la historia del hombre: “El astrónomo Carl Sagan tampoco fue indiferente al influjo místico y recíproco entre el arte y el cosmos. De hecho uno de los capítulos de su obra principal, tanto del libro como la serie de TV de Cosmos, fue bautizado como Blues del planeta rojo. Esto no es de sorprenderse, considerando que en un pasado mucho más remoto, la estructura del cosmos se equiparaba a la escala musical armónica. Desde los pitagóricos, y luego pasando por Aristóteles y San Agustín, hasta llegar al famoso astrónomo alemán Johannes Kepler, se venía gestando la Teoría de las esferas, un complejo sistema geométrico y matemático en el que unas esferas virtuales contenían a los respectivos planetas y sus órbitas. De hecho se hablaba de la «música de las esferas». Hasta Isaac Newton, quien se basó en los hallazgos científicos de Kepler para crear la Teoría de la gravedad, asumió como cierta esta armonía, y la subordinó a la creencia de que existía un orden divino, un predestinamiento de orden musical análogo, y que regía el universo entero.”