Alberto Garzón escribe sobre El ocio a lo largo de la Historia y su estrecha relación con el desarrollo económico, y leyéndolo a uno no le queda sino preguntarse mientras se arranca los pelos que tuviere ¿pero Santo Dios, cómo nos hemos podido hacer esto? “Así, hasta el siglo XVI «más de la mitad de los días del año eran fiesta». Esto era así porque con el advenimiento de una mejora técnica se lograba reducir el tiempo destinado al trabajo y se incrementaba el disponible para el ocio. La dicotomía era evidente. Las necesidades, producto de los deseos de las personas, se mantenían constantes y la mejora en la productividad no venía acompañada de un crecimiento en la producción.
Fueron los economistas clásicos quienes académicamente ignoraron esta posibilidad al poner la técnica al servicio del crecimiento económico, obligando así a los seres humanos a entrar en una espiral interminable de cegada fe en el crecimiento material.”