Muy interesante la propuesta o manifiesto para reseñistas —musicales, pero también literarios, etc.— de Carlos Alonso: “Recuperemos un cierto interés por lo que se grita: es decir, que los textos no son mero acompañamiento como una patata al caliu. Si no se es tan bueno como Don Caballero para titular las canciones ni se consigue la poesía de Chris Leo o Blake Swartzenbach, por lo menos debería mostrarse un poco de respeto por lo que se berrea en público, así sean rimas inmediatas o remiendos de orgullo taleguero. El «buen reseñista» debería reparar en ello también. Y dar en los morros a quien sigue con rimando coche con noche, petaca con resaca y night con right. No olvidemos que la música popular procede de la tradición oral y que todo propósito de la tradición oral consiste en «contar historias», es decir: conmover, narrar andanzas, expresar penas y alegrías. No es sólo trilolí trilolá. Haciéndome eco de Walter Benjamin, quizá la época de la reproducción técnica haya contribuido a ocultar este propósito y haya dado todo el poder a la industria de la reproducción.” Reseñar Hoy: de cómo ingeniárselas para no opinar