Mariano Gistaín hace uno de sus habituales resúmenes de la realidad: “El humor gasta glucosa sin talento. Qué barbaridad. Por eso el humor siempre ha sido un poco subversivo. Porque es misterioso. Reírse será muy sano, pero está semiprohibido en general. Hay que estar secos y fumar con solemnidad. Ahora no basta con separar la basura y confiar que luego no la mezclen en destino. Hay que apagar la tele del botón rojo: que por algo es de ese color. Y no dejar los cargadores de los móviles enchufados de por vida. Ahora que por fin habíamos comprado suficientes ladrones. Tantas bocas que alimentar. Menos mal que en Nueva York ya prohíben las grasas trans. Es una expresión fabulosa, mítica. Casi emblemática. Grasas trans. El relleno. Hace furor un librito sobre la simplicidad escrito por otro gurú del MIT (ese MITo): pero es demasiado complejo. Es el colmo del despilfarro. El minimalismo sale carísimo. Nos revenden basura.” Todo gasta.