Ángel Torres Quesada escribe un relato nostálgico como pocos de aquellos tiempos donde escribía novelas de ciencia ficción cada dos semanas y los libros valían cinco pesetas: “Me dije que a rey muerto, rey puesto. Se había ido la mítica Bruguera, pero estaba Forum. Yo era así de optimista entonces. Y motivos no me faltaban, pues Enrique me había asegurado que la cosa iba viento en popa. Lo que más me complació fue que no me imponían nada, que escribiera lo que me saliera del alma, y si quería hacer series las hiciera. Durante un viaje que hice a Barcelona me reuní con Enrique, y en compañía de su esposa y la mía nos fuimos a cenar. Mientras ellas hablaban de sus asuntos, nosotros hablamos de los nuestros, es decir, de las publicaciones. Yo había iniciado, así como quien no quiere la cosa, una serie de corte más bien fantástico, cuyo primer título era Las murallas de Hongara, con el seudónimo de Alex Towers, y bajo el de A. Thorkent había escrito un par de títulos basados en los antecedes a la llegada de los kherles a la Tierra. De esta manera, escribía una novela de Hongara y luego otra de los kherles. Lo pasaba bien, de veras. Además, así no me aburría.” Las últimas novelas de a duro.