Me hace gracia: Arturo Pérez Reverte comienza diciendo que casi no ve la tele y después resulta que enumera una profusa lista de emisiones que no se pierde, sean o no en directo; y entre ellas el artículo se centra en _Camera Café_, un programa que empieza a tener ya una considerable aura de serie de culto: “pero mi gran descubrimiento, el crack de la serie, es Jesús Quesada. Con absoluto desparpajo, Arturo Valls –de quien hasta ahora yo ignoraba esa estupenda condición de actor– consigue una creación perfecta, más allá de su papel concreto y del guión que lo determina. Que levante la mano quien no tenga al menos un compañero de trabajo, un amigo, un pariente, que encaje punto por punto en el arquetipo psicológico y el estereotipo social representado por ese individuo simpático, caradura, golfo, vago, oportunista, putero y con los escrúpulos reducidos a lo imprescindible. Algo tan nítidamente nuestro, tan de aquí, como el pincho de tortilla y la cerveza a media mañana o el toro de Osborne en la carretera. Por eso el comercial Jesús Quesada es más que un personaje de la tele: resulta un tipo al que conozco de toda la vida; y que, como sus compañeros de oficina, me arrima cada noche la caricatura magistral de una España en la que con humor blanco y amable, sin ofensa ninguna al buen gusto, puedo reconocerlo, y reconocernos.” El comercial Jesús Quesada y los colegas.