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A grandes males...

A grandes males… es un perfecto texto de David Álvarez sobre la incongruencia, la perversidad, el absurdo, lo triste, lo jocoso o lo repulsivo de los nuevos programas televisivos de cambios estéticos y de la sociedad que los acoge. No extracto nada por la imposibilidad de hacerlo con sentido debido a l hiperbrevedad del relato. Narra el periplo de una mujer que quería que la operaran de miopía y la convencieron para que se pusiese otro cuerpo entero.

Marcos Taracido | 06/04/2007 | Artículos | Televisión

Comentarios

  1. Cayetano
    2007-04-06 13:57

    Todo por la pasta. Podría contar algunas cosas sobre el mundo de la TV, pero no me apetece. Con todo existe un listado de personas responsables de trabajar para entretenerles a ustedes, además de la plastificada presentadora, Sinceramente no creo que sea más honesto que ser militar e ir a matar moros a Afganistan. Vale son unos mandaos y de algo tienen que vivir. Pero creo que hay trabajos mucho más dignos.

  2. David Álvarez
    2007-04-06 21:04

    En esa lista, están las personas que trabajan en todos los programas y series de la productora, además de en tareas administrativas y de todo tipo. Conozco a varios, y no tengo ninguna duda sobre su honestidad.

  3. Cayetano
    2007-04-10 13:32

    Lo malo de escribir comentarios aquí, además de las prisas, es la incompatibilidad entre extensión y precisión. Veamos. Simplificando mucho: No dudo de la honestidad de las personas que trabajan en esa productora, no las conozco tampoco. Solo se que se trata de un grupo de personas que colaboran (en un nivel determinado) en la producción de determinados programas (con diversos grados de éxito de audiencia y calidad).

    Honestidad es un concepto moral, el grado de honestidad depende de cuanto se ajuste uno a un patrón o escala de valores. Digamos que tengo un patrón diferente para establecer el grado de honestidad. Es decir que mi patrón moral no coincide, es diferente, ni mejor ni peor.

    Por otro lado, el éxito de una productora de televisión depende de un buen producto y éste de las audiencias. En el caso que nos ocupa no podemos hablar de apuesta arriesgada puesto que es un calco de otro producto que los consumidores anglosajones han aceptado (con la publicidad incluida).

    No quiero parecer un intelectual despreciando los productos televisivos de mayor audiencia. Para nada. Si quiero hacer un ejercicio de cinismo extremo: Participar en el éxito de un programa debe ser todo un orgullo.

    Yo tengo un patrón moral que no me ha servido para alcanzar el éxito. Es decir estoy terriblemente equivocado.

  4. Cayetano
    2007-04-11 02:11

    Como dicen algunos medios: somos un servicio público :). En aras de ofrecer algún dato relevante sobre este asunto cito:

    La telebasura como virus

    (...) Dicho en el argot de los estrategas de la programación, la rentabilidad de la telebasura es un valor no sólo paradigmático (es decir, frente a otros programas), sino también sintagmático (es decir, en la optimización de la parrilla de la propia cadena). Ello explica la tendencia a maximizar esa alta rentabilidad a través de la “sinergia programática”, inundando con subproductos del programa telebasura de referencia toda la programación. Así, un pseudoconcurso da pie a crear programas de debate, permite trufar las franjas horarias de microespacios de continuidad, proporciona invitados a magazines, late nights y realllities varios, etc. Este aspecto es, en realidad, lo peor de la telebasura. Puede aceptarse con matices que lo más criticable de la oferta de las cadenas no es tanto lo que se emite (con no verlo, basta) cuanto loque no se emite; pero lo cierto es que, en el caso de un recurso escaso como es la programación diaria, lo que se emite siempre impide la presencia de otros contenidos alternativos y en horarios accesibles. Y la telebasura funciona en este sentido como un “virus informativo” similar en su modus operandi al virus informático: penetra en las cadenas a través de un espacio concreto y puede acabar contaminando toda la parrilla. El exceso de telebasura reduce, objetivamente, la posibilidad de elección del espectador .

    Fuente: Aproximación a la Telebasura. Asociación de usuarios de la comunicación.


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