César Antonio Molina glosa e historia dos textos desconocidos de José Ángel Valente, uno de su juventud y otro de su vejez, este último en gallego: “Valente regresa a ese origen. Valente se atreve a decir en gallego lo que su postura y trayectoria en castellano se lo impedía. El poema final se adentra más en la colectividad. Valente reconoce en su propia desaparición el término del siglo y el milenio, con todo lo que tradicionalmente supone de mal augurio. Como tantos de los trovadores de los cancioneros medievales galaico-portugueses, el autor de las Sete cantigas invoca el amor como salvación, invoca lo espiritual sobre todo trabajo humano fácilmente fenecible por algún próximo cataclismo. Las citas homenajes —a Vicente Risco (maestro, en la memoria) y a Manoel Antonio— son muy significativas. Valente quiso asumir ese más allá de la lírica gallega uniéndose a esa tradición que pujaba por la renovación.” Valente, del principio al fin.