Zelig (Woody Allen, 1983) es una de mis películas fetiche, quizás porque el mito que crea sea absolutamente contemporáneo: el hombre camaleón que trata de pasar desapercibido en cualquier ambiente. Antonio Martínez nos trae un caso clínico que parece la encarnación del personaje: “El paciente, que responde a las iniciales A.D., sufrió algunos daños en el lóbulo fronto-temporal a raíz de un ataque cardíaco y desde entonces experimenta acusadas variaciones de identidad en función del ambiente en que se mueve. Como el personaje de Zelig, si está entre médicos, el paciente asume el rol de médico; si se encuentra entre psicólogos, al cabo de unos minutos se muestra convencido de ser un psicólogo, y, si se halla entre abogados, habla como un miembro más de la profesión. Y lo más sorprendente es que actúa con absoluta naturalidad y cuenta historias creíbles sobre cómo llegó a ser médico, psicólogo o abogado.” Zelig vive!
2007-03-22 12:26
Muy interesante el artículo. Pero se dice ‘inadvertido’ en vez de ‘desapercibido’ y después de los signos de admiración no se pone punto seguido. Saludos.
2007-03-22 20:01
Lo del punto es cierto… es sólo que copié y pegué el título del artículo sin darme cuenta de la admiración. Ya es más peliagudo lo de “inadvertido”. Veamos qué dice la RAE:
Inadvertido: (2) No advertido.
Desapercibido: No apercibido
Apercibir: Percibir algo reconociéndolo o interpretándolo con referencia a lo ya conocido.
Y el María Moliner pone en su primera acepción: «inadvertido». No percibido.
Saludos.