Reconozco que no entiendo muy bien la postura de Tomas L. Friedman respecto a qué debe hacer Estados Unidos en Irak, pero su denuncia del silencio musulman ante las atrocidades de los atentados sí es clara: “Nadie en el mundo árabe «tiene las agallas para decir que la situación actual en Iraq es reprobable; que matar escolares es reprobable», dijo Mamoun Fandy, director del programa Medio Oriente por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. «De alguna manera, la gente piensa que matar iraquíes es bueno porque eso propinará un trato severo a los estadounidenses, así que los árabes están socavando el proyecto estadounidense en Iraq matándose a sí mismos».
El mundo se preocupa por el uranio altamente enriquecido, pero «el peligro real es el islam altamente enriquecido», agregó Fandy. Eso es, «sunismo altamente enriquecido» y «chiísmo altamente enriquecido» que corroe al Estado musulmán, de la forma en que Hizbulá está intentando en Líbano o la Hermandad Musulmana en Egipto o la red Al-Qaeda por todas partes.
Uno de los resultados es que no existe una fuente legítima y decente, amén de aceptada, de autoridad árabe-musulmán hoy día, ni centro de gravedad «del que la gente sostenga sus almas», dijo Fandy. En esta confusión, los atacantes suicidas pasan sin ser condenados o son elogiados de manera sutil.” El silencio que mata.