Ramón Buenaventura muestra su perplejidad ante lo ocurrido tras la manifestación del pasado sábado convocada por el PP(Partido Popular): los convocantes arrojaron un balance de d o s m i l l o n e s y m e d i o d e p e r s o n a s, así, sin rubor, cuando cualquier otra estimación (El Mundo en un despiste rápidamente subsanado, El Manifestómetro...) daban alrededor de trescientos mil. Y no pasa nada. Pero lo peor: “Espero que todos los políticos, de todos los colores, sepan interpretar el dato: el PP no ha conseguido la madre de todas las manifestaciones que pretendía montar, pero ello no implica que el Gobierno haya ganado. Menos gente habría movido el PSOE para una manifestación en contra del PP, me parece a mí, porque el tema habría sito todavía más absurdo. Lo único claro es que los ciudadanos no estamos TAN interesados como los políticos creen en sus dimes y diretes. Todos los asesores, de uno y de otro, se están equivocando, por completo, y mire usted que parece difícil que profesionales tan bien pagadísimos puedan meter la pata tan profundamente. Si siguen así, las próximas elecciones lo mismo las gana UCD.”
2007-03-12 12:44
Acertada perplejidad. Es una riqueza leer a Ramón Buenaventura. También su poesía. Y su prosa.
2007-03-12 20:12
Pues se ve que Ramón anda indignado, porque su entrada de hoy no tiene desperdicio: «En primera acepción del DRAE, «energúmeno» significa ‘poseído por el demonio’, del latín energum?nus, y éste del griego energúmenos, poseído. [Añado, entre corchetes, para los más curiosos, que energéo quiere decir «influir», solamente. Cómo se van cargando las palabras, a veces.]
No sería exacto, pues, quizá, llamar energúmenos a quienes en los últimos días se han echado a la calle a pintarrajear sedes del PSOE, ni a quienes hace unos meses se dedicaron a lo mismo, o muy parecido, con sedes del PP, ni a quienes organizan mítines callejeros gritando y pancarteando antizapateradas o antirrajoyadas frenéticas… No están poseídas por el demonio, tan pintorescas criaturas. El demonio es un bicho más serio que todo eso, y, supongo, tiende a poseer cabezas algo mejor suministradas de reflexión y tino, para luego presumir en sus palacios del Averno, o para surtirse de consejeros.
Son tontos, más que ninguna otra cosa. No hace falta utilizar contra ellos insultos más intensos. Con tonto vale: ‘falto o escaso de entendimiento o razón’. (Hombre, quizá pudiéramos aplicarle el superlativo al DRAE: ‘faltísimo o escasísimo de entendimiento o razón’. No van a ser ellos los únicos que manipulen.)
Lo que no sé es cómo podríamos llamar a los líderes que fomentan las tonterías de semejantes tontos, contándoles mentiras y subiéndoles la tensión con arengas populacheras.
¿Criminales? No, de veras: no utilicemos adjetivos irremediables; dejémoslo en más tontos todavía. Sencillito.»
2007-03-12 20:46
¿Tontos? ¿Quienes?. Unas elecciones se ganan convenciendo a la audiencia. Para empezar según la AIMC en el año 2006 cada español mayor de 14 años empleó, de media, 222 minutos diarios en ver televisión. Si analizamos los programas que más share consiguen nos ofrece un perfil cultural mayoritario que, posiblemente, a más de uno le cause vergüenza ajena. Llamar tontos a quienes se manifiestan en manadas (sea contra la guerra de Irak o contra el Gobierno de turno) es algo peligroso. Nosecuántos millones de votantes es imposible que estén equivocados. En todo caso millones de tontolabas tienen poder suficiente para obligar a cuatro listos a soportar todo tipo de supuestas obscenidades intelectuales.
La política hoy se hace atendiendo a las audiencias, de esos 222 minutos hay que conseguir captar la atención con mensajes cortos e impactantes. Conseguir que un grupo tan numeroso de personas se movilice de esa forma requiere una continuada e intensa campaña de frases cortas y contundentes (la verdad y los matices no funcionan bien en publicidad). El objetivo es conseguir el poder. El problema es calificar a uno u otro grupo que conforman el share politico mayoritario. A partir de ciertas cifras empiezo a sospechar de que algo no va bien.
2007-03-12 20:56
Lo que no va bien, olvidé decirlo, es la capacidad de analizar toda la información recibida. Suponiendo que es posible disponer de toda la información. Con todo la educación orientada a posibilitar ciudadanos libres y comprometidos no es algo que se vaya a fomentar por ningún gobierno. Etc. Con todo, lo peor aún está por llegar. Las cifras del share son tozudas y reflejan la normalidad
2007-03-13 09:30
Parece que Ramón Buenaventura sí anda indignado, Marcos, pero mide muy bien las palabras que emplea en su discurso. Ya se vislumbraba algo en su artículo de esta semana en el ABCD LAS ARTES Y LAS LETRAS —Firmas—:
http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=6600&dia=&sec=38
2007-03-13 09:37
Para más comodidad, el artículo de Ramón Buenaventura: AGUJEROS NEGROS.
«Dentro de una página de internet, comprendí los agujeros negros; y bajé corriendo a contárselo a mi mujer, pero no más abrir la boca supe que no, que no podía explicarme: la masa que va apretándose en el centro de una estrella, creando un campo gravitatorio. Volví ante el ordenador y me releí atentamente el articulito. ¡Ya estaba otra vez en condiciones de intentar la disertación! Pero encontré a mi mujer retocando fotos para Flickr y no me pareció oportuno distraerla con el cuento de los agujeros que se tragan hasta la luz. Eso, con Photo-shop, en un plisplás.
Unas horas más tarde, cuando volvíamos de comprar el pan, saqué el tema. Y nada, otra vez el agujero negro perdido en el ídem de mi insuficiente caletre. Renuncié, y olvidado lo tuve hasta ahora, cuando acabo de asistir en la tele a un «debate» entre comentaristas políticos divergentes y, al final, me ha pasado otra vez: no fui capaz de contarle a mi hijo de qué estaban hablando tamaños señores. Era de algo que no tenía nada, absolutamente nada que ver conmigo, igual que los agujeros negros, por mucha pasión que les echaran a sus negrísimos o blanquísimos augurios o diatribas o lo que fuese aquello.
Así estamos: casi nada de lo que ocurre por ahí, en el universo o en el ruedo político, guarda relación con la vida de las personas normales. Entre los políticos, los científicos, los creyentes y, sobre todo, los comentaristas ferinos, han conseguido que no sintamos nada, que no creamos nada (ya, ni en los futbolistas: ¿puede Ronaldinho estar gordo y no gordo al mismo tiempo?), que sigamos con nuestros negocios cotidianos sin hacer caso de las espantosas catástrofes que nos acechan desde todos los rincones.
Cualquier agujero negro pequeñín podría tragarse España en una fraccioncilla de segundo; pero a los españoles, la verdad, nos va como nunca nos ha ido en quinientos años.
A ver qué se nos ocurre votar, ahora.»