Javier Ortiz, poniendo en evidencia la execrable moral que lucimos en el primer mundo: “Es posible que los hombres africanos estén más cotizados que las mujeres africanas. Tal vez porque tienen más fuerza de trabajo, metidos en una mina o empujando un carro. O porque las mujeres estén menos dispuestas a empuñar un kalashnikov y destripar a varias docenas de sus semejantes.
¿Hiere vuestra sensibilidad que me exprese en estos términos, deliberadamente crudos? De ser así, no culpéis a los términos. Culpad a la realidad. O id más al fondo: culpad a los criterios que la rigen. Son los que han sido consagrados por lo que llamamos «libertad de mercado».” El precio de una negra.