“Razona, siente y teme como un ser humano, como un buen hombre atento a no asustar a su familia y a hacerle llegar el mensaje de que él sigue siendo el hijo y el hermano que vela por su bienestar. En cambio, no está seguro de cómo reaccionarán ellos. Y aquí empieza su verdadero drama. Piensa en lo fácil que le resultaría bajar de la cama si pidiera ayuda y “pese a lo desesperado de su situación”, no puede “reprimir una sonrisa ante esta idea”. No, él no merece su ayuda. Sus padres le necesitan para que les sustente y su amor necesita que cumpla con lo tácitamente acordado. El cariño pende del sueldo.” Mariona Costa:
Kafka y el escarabajo.