“Pero conviene no olvidar, así mismo, que también puede ser la cultura un instrumento de dominación y sometimiento; quien la posee tiene mayores posibilidades de utilizar a los demás en beneficio propio que aquel que no la posee. La cultura puede convertirse en una eficaz herramienta que sirva a un grupo, a una clase o a un pueblo determinado para someter a otros; para utilizarlos. Es algo de lo que han sido plenamente conscientes las clerecías de cuantas religiones ha conocido la Historia, que, durante siglos, pudieron dominar a sus respectivos pueblos sin necesidad de empuñar las armas; les bastó con reservarse la exclusividad del conocimiento, con tener el monopolio de la cultura. De ahí que la garantía de acceder a ella haya de ser idéntica para todos los ciudadanos, algo que sólo puede lograrse mediante la política. El mercado, con ser un instrumento útil y hasta necesario en relación con la creación y distribución de tales bienes y servicios, no es eficaz para garantizar la igualdad de todos en el acceso a su disfrute. La política ha de ser la llamada a lograrlo.” Esto lo dice Joaquín Vida Arredondo como introducción a su texto El teatro en España: decadencia y criterios para su reactiviación (aquí completo en *pdf).