”Érase una vez, al menos así comienzan los cuentos… ma–má, una simple sílaba al cuadrado. Y muy atrás en la memoria la primera línea de mi libro escolar, que aseguraba: ‘Mi mamá me ama’. Así aprendíamos en mi época a leer. Nos educaron para creer que el amor de madre es único y diferente de los otros tipos de amor. No puede equivocarse, dudar, ni ser ambivalente y contradictorio como los otros cariños”.
Mi Madre, mi espejo, con texto de Luisa Futoransky y fotos de Adriana Lestido, reflexiona sobre las relaciones madre-hija más allá de las fronteras e identidades políticas o nacionales.