En realidad es sorprendente lo poco que se habla, debate, discute, reflexiona sobre los videojuegos; no sólo están cambiando radicalmente el modo en que los niños se divierten, sino que se perfila ya indiscutiblemente como una potente industria de ocio para adultos. En Los videojuegos y su impacto sobre los niños: crece la polémica Juliana Boersner introduce a un par de artículos sobre el tema y aporta su experiencia personal: Para mi es inevitable pensar y recordar Pokemón y la relación ambivalente que tuve en sus inicios por la pasión que mis hijos ponían en ver los capítulos primero y, luego, en jugarlos en múltiples cónsolas. Entendí que había allí un algo más que me enganchaba y era el tema de los valores, aunque siempre me sacudiera el tema de la agresividad, pero me gustaba aquello de la trascendencia de los pokemones (aunque me costó aceptar la evolucion de Charmander a Charizard ;-) ).
Luego vino The Age of Mithologies y allí ya no tuve mayores dudas; mis hijos terminaron sabiendo más de dioses de la antigua Grecia que yo, aunque siempre las enciclopedias, y el abuelo, sirvieron para aclarar dudas.
No todo es color de rosa con esto de los video juegos y la otra cara es la frustración y los controles en el piso y los gritos cuendo algun de ellos no logra pasar de nivel o (ups) «aniquilar» al contrincante o neutralizarlo.”