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El ladrón y su condición

Uno no puede entender cómo una entidad privada puede tener tal cuota de poder en un país; en realidad sí puede entenderse, lo que cuesta es admitirlo y saber que ocurre en una democracia. Lo de la SGAE es digno de una performance surrealista, y cada vez recuerda más al modus operandi del mccarthismo. Manuel Almeida explica el último despropósito de la asociación, y Enrique Dans pone el dedo en la llaga: “Hasta el momento, y mientras los políticos no decidan cambiar las leyes instigados por quienes no soportan vivir en un país libre, expresar una opinión acerca de algo, informar o narrar un hecho acaecido no es constitutivo de delito. Las prácticas de acoso e intimidación mediante el uso de instrumentos legales para presionar a quienes simplemente expresan una opinión, en cambio, sí deberían serlo.” El ladrón y su condición.

Marcos Taracido | 21/02/2007 | Artículos | Derechos Civiles

Comentarios

  1. Cayetano
    2007-02-21 14:44

    El poder real, que yo sepa, nunca lo han tenido los políticos, que por otro lado pueden ser adquiridos por las grandes empresas en cualquier mercado local. Meter mano a ciertos grupos no es cosa que puedan afrontar politicos mediocres.

    Aprovecho la intervención para vender mi moto y presentar un tema de rabiosa actualidad: Transferencia de datos vía rectal

    Más de lo mismo

  2. Jose
    2007-02-21 23:00

    Cuando en un país, la deshonestidad campa por sus respetos y la administración se convierte en su máximo paladín, al ciudadano se le acorrala y no se le deja más salida que ser deshonesto por necesidad e instinto de supervivencia.
    Tenemos muchas cosas en común con el pueblo Italiano y alguna diferencia.
    Una de ellas es que en Italia existe un acosa llamada mafia, que por cierto es ilegal.
    Aquí no hay necesidad de tal formalismo, aquí no hay mafia en la calle, está institucionalizada por decreto, es legal y se difumina en el éter.
    Así nos va.
    La delincuencia institucional siempre ha existido y existirá, pero como todo, es cuestión de dosis y en este país hemos colmado el vaso.
    Las operadoras de telefonía móvil, a la masacre del ciudadano.
    Los Windsor que se incendian y Perogrullo diciendo: El Corte Inglés, El Corte Inglés.
    Telefónica ejerciendo de Cid Campeador.
    Las gasolineras, como Fuente ovejuna.
    Los medios de comunicación, como una piña.
    Los Bancos cometiendo tropelías al ciudadano sufrido.
    La justicia la organiza el ejecutivo.

    Por Dios, paro que me deprimo.
    Mire usted, o se está vivo, o se está muerto, no se puede estar medio muerto.
    Pues lo de la democracia es algo así.
    O se está en democracia o no se está, no hay adjetivos, eso quedó en el franquismo y su “democracia orgánica”.
    Aquí, señores míos, no hay democracia y cuanto antes lo asumamos mejor.
    Esto me recuerda el cuento de aquel rey vanidoso que se vistió con un traje “invisible” según su sastre y tuvo que ser un inocente niño el que se atrevió a decir en voz alta:¡ el rey va desnudo!.


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