El cine tendrá que seguir también la senda de la revolución tecnológica y social; no sólo cine digital en su sentido técnico, sino también en lo que supone de adaptación al espectador digital: breve, ágil, con muchos menos espectadores por film, pero más críticos y participativos. Ver una película en el ordenador puede resultar muy pesado, pero no así un corto: “El futuro del cine europeo se encuentra, así como en los otros cines del mundo, en los cortometrajes. El cine en corto es el inicio de todo, es necesario, y necesita de cierto apoyo para poder crecer y dar la oportunidad a nuevos talentos que dan vida al cine. [...]Sin embargo, hay que evidenciar en Europa un estancamiento cinematográfico prueba, en gran medida, de la falta de inversión en nuevas ideas y nuevos talentos, provocada, asimismo, por la reducción de asistencia de espectadores a las salas de cine.
Cada vez se va menos al cine y cada vez las producciones europeas se encaminan más a hacia lo rentable: adaptaciones de novelas que se han convertido en bestsellers, biografías de personajes históricos y famosos, recreaciones de época… Los espectadores se quejan del precio de las entradas e invierten en ordenadores más potentes para descargarse películas y ver cine en casa. Este pez que se muerde la cola hace que las inversiones cinematográficas se reduzcan de forma progresiva a los nombres ya consagrados, que son los que se mueven de festival en festival, y no permite que el cine europeo se oxigene.” Arnau Segarra Braunstein, El cine europeo en estado choque.