Creo que Manuel Pimentel no se ha dado últimamente una vuelta por las galerías de cualquier gran ciudad del mundo. La crítica que hace del arte contemporáneo, citando un libro de José Javier Esparza, es más bien la crítica que se hacía del arte moderno y que se renueva en España más o menos cada década. La idea general es no tener que mirar ni hacer un esfuerzo para ver qué está pasando en realidad. Una cosa me hace gracia: se queja de la búsqueda de lo nuevo (cuando el problema es que eso en realidad se da poco), como si eso no fuera un valor en la sociedad en general: coche nuevo, ropa nueva, música nueva, móvil nuevo. En general, la crítica va dirigida al arte de los 60 y los 70; hoy, por ejemplo, existe un auge muy interesante de la pintura a nivel mundial. Los pecados del arte contemporáneo.