Lo peor, lo más asqueroso de todo este asunto de los jueces, es la constatación diaria y desvergonzada de que no existe la separación real entre poderes, base del sistema democrático. Roberto L. BLanco Valdés, Tribunal Constitucional: primeros destrozos: “De hecho, la recusación final de Pérez Tremps —impensable en un ambiente político que no fuera, como el actual, irrespirable— envía el peor de los mensajes sobre la última batalla de la guerra estatutaria catalana: el de que esa batalla va a ser a cara de perro y va a resolverse, dentro del Tribunal Constitucional, con vencedores y vencidos. Lo que equivale a decir que la sentencia del Constitucional, sea la que fuere, no servirá políticamente para nada.”
[Ojo a la tremenda diatriba de Joan Barril, Aires de golpe ]