No soy muy amigo de los datos, y menos de los datos estadísticos, y La falta de agua es una condena, artículo de Bernardo Kliksberg, rebosa de ellos, pero además de lo apabullante que puedan resultar aún siendo excéptico ante las cifras el autor ataca el problema por el centro: “El tema no tiene nada que ver con falta de agua, sino con la falta de prioridad a la cuestión y la ausencia de las políticas necesarias.
Con sólo 10.000 millones de dólares se podría reducir a la mitad para el 2015 el déficit de agua y saneamiento. Es menos de 5 días de gasto militar y menos de la mitad de lo que gastan anualmente los países desarrollados en agua mineral.
En América latina el tema no debería existir. Bendecida con recursos naturales de excepción, cuenta con el 33% de las reservas mundiales de agua dulce. Sin embargo, 50 millones de personas carecen de agua limpia, y 119 millones de saneamiento adecuado.
Mientras que los estratos medios y altos no saben siquiera que el problema de falta de agua existe, o no se les ha ocurrido que pudiera no haber un inodoro, los más pobres de muchos países no tienen acceso a agua y salen a comprarla desesperados pagando muchas veces lo que paga quien abre la canilla. Así, el 20% de la población más pobre de El Salvador, Jamaica y Nicaragua gasta en agua el 10% de sus ingresos y lo mismo sucedía en 1996/97 con el 20% más pobre de la Argentina.”