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Literatura y mercado

Juan Goytisolo arremete contra las editoriales que sólo publican liviandades y contra los escritores que igualan ventas con calidad; Literatura y mercado: “La prensa de alcance nacional y sus suplementos culturales colaboran también en el extrañamiento de lo queer o anómalo [...] Las novelas innovadoras ajenas al entramado de la mercadotecnia suelen ser dejadas de lado «salvo en el caso de escritores ya viejos y conocidos» en provecho de las más comerciales. Si a ello se añaden las dificultades de incluir en sus páginas una indispensable reflexión sobre las lecturas reductivas del pasado y sus ocultaciones, origen de nuestra ya crónica discontinuidad cultural, el panorama revela bajo el barniz de una seudomodernidad, el conformismo heredado de la ideología nacional católica que vertebró el franquismo.”

Marcos Taracido | 03/02/2007 | Artículos | Cultura

Comentarios

  1. Javier Celaya
    2007-02-04 10:41

    Marcos,

    Sin lugar a dudas, las editoriales tienen que asumir una mayor responsabilidad social sobre la oferta librera existente en nuestro país.

    Pero, ¿es el mercado, y las editoriales de libros basura, el culpable de esta situación o tiene también el lector parte de culpa? Creo que ambas partes son responsables.

    En una economía de mercado, los consumidores (lectores), manipulados o no por los medios que nos dicen que leer, comprar, etc., tienen en sus manos la última decisión sobre lo que consumen/leen.

    La mayoría de los libreros se han vuelto demasiado complacientes ante el mercado. Pocas librerías rechazan los libros basura que les envían algunas editoriales. Cuando voy al mercado, mi pescadero sólo me ofrece lo mejor que tiene ese día, incluso cierra los lunes porque no hay pescado fresco; en cambio, nos encontramos con cantidad de libreros a quienes da igual ofrecer y vender un libro basura que intentar recomendar un poco de buena literatura.

  2. Marcos
    2007-02-04 11:35

    Javier:

    El hecho de referenciar el artículo no siempre significa que lo suscriba totalmente. En este caso, coincido con el lamento general, aunque resulta un poco cansina la reiteración en los mismos tópicos. Las responsabilidades siempre son múltiples. Por ejemplo, también en los escritores, sobre todo en los ya afianzados, que son los que podrían continuar con una labor enriquecedora y se apoltronan en la facilidad y el mercado.

    Pero cuando Goytisolo habla de las editoriales se refiere indudablemente a las GRANDES editoriales, las que mueven la pasta, las que editan cientos de volúmenes cada año, las que en definitiva ponen sus libros en las librerías y los supermercados. Fíjate, nombré hace unas semanas la colección de la editorial Aljibe Erótica Hispana, una colección de gran calidad que no pudo pasar de los tres números publicados porque no tenía salida: ¿crees que bien colocada en las estanterías no se vendería lo suficiente? Pero ¿qué poder tiene Aljibe para exigir esa colocación visible? Y las librerías, salvo honrosísimas excepciones, están tomadas por mercaderes y no por libreros.

    Y dejar parte del problema en manos de los lectores/consumidores es peligroso; tienen gran parte de culpa, claro está, pero eso lleva a eximir de responsabilidad al productor; es la vieja disculpa de las televisiones: produzco mierda porque se come mierda; vale. Es un problema de gula, de depredación compulsiva; es un problema de absoluta asusción de responsabilidad individual, uno de los grandes problemas de nuestra sociedad moderna.

    Saludos.

  3. Javier Celaya
    2007-02-04 17:53

    Marcos,

    Totalmente de acuerdo con tus observaciones.

    Con la excusa de que el consumidor tiene la última palabra, y por tanto tienen que ofrecer de todo porque el mercado es el mercado, pocos (editores, libreros, escritores, etc.) se “mojan”.

    Las revistas culturales deberían jugar un papel mucho más dinámico de lo que indican sus cifras de tirada o su peso económico. En muchas de ellas vemos que se huye de la crítica negativa, convirtiéndose en meros comentaristas de la actualidad. También en muchas se detecta un juego dudoso de cánones y amistades peligrosas, de compromisos e intereses editoriales.

    Las secciones de cultura de los principales medios de comunicación son bastante responsables del estado actual de la cultura en este país. Desde mi punto de vista, deberían agitar más el mercado, diferenciando lo bueno de lo malo.

    Hay demasiadas editoriales que fabrican productos en vez de libros y autores-marcas en vez de buenos escritores. Desgraciadamente, varios autores han entrado en este juego y se han convertido en marcas comerciales de estas editoriales.

    Parece como si no quisiéramos tener lectores con capacidad de sentido crítico, con más gusto y con más criterio.

  4. joseluis
    2007-02-05 13:03

    A ver, ¿cuál es el eslabón empresarial débil? Pues las librerías. Menos echarles culpas a los libreros. ¿Cuál es el eslabón empresarial fuerte? Pues las grandes editoriales, ya casi sinónimas de fabricantes de libros basura. De donde resulta que ya sabemos a quién echar culpas.

    A las grandes editoriales que no se juegan un euro, chupadoras en dividendos propios, que no invierten (o gastan) en buenas traducciones, buenas impresiones, buenas revisiones, y menos aún todavía oh cielos, en nuevos (buenos) autores.

    Algo de culpa también, al sistema educativo. Uno de los motivos de que huyera de la Universidad, lo burros que eran mis alumnos. Ni un libro al año leían las joviales criaturas, oigan.

  5. Ana Lorenzo
    2007-03-06 11:09

    Los artículos de Juan Goytisolo a mí siempre me dan pistas para encontrar obras o autores que desconocía y que me sorprenden gratamente (gracias a él conocí, hace mucho, Juanita Narbona, que ahora sí está rescatado).
    En este artículo:
    «Pienso en obras y autores como El paraíso perdido, de Antonio Pérez Ramos; I love you Sade y La fiesta del asno, de Juan Francisco Ferré; Nembrot y Cabo de Hornos, de José María Pérez Álvarez; Fragmenta y En esa ciudad, de Javier Pastor; El mundo a media voz, de José María Ridao; Retrato de un asesino en prácticas, de Francisco López Serrano; El vano ayer, de Isaac Rosa…
    [...]
    Ciñéndome a los ya fallecidos, me pregunto: ¿quién conoce hoy Escuela de mandarines, de Miguel de Espinosa?»
    Un saludo


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