Parece que se demuestra científicamente que la risa es saludable, y que el buen humor es menos propenso a las enfermedades y ayuda en la cura. Norberto Firpo hace un Elogio de la risa: “La risa tiene tres afluentes: puede movilizarla la ingenuidad infantil o la torpeza del payaso de circo; puede suscitarla el fulano chambón, despistado o ridículo, y también puede ser el sublimado producto de la inteligencia, como cuando la promueve Woody Allen o Roberto Fontanarrosa o Groucho Marx o Quino… En cualquiera de sus variantes, esta sana disposición a exteriorizar alegría de vivir se pierde con los años.
Es cultivada generosamente y hasta el derroche por los niños y se vuelve escasa y tacaña en la edad adulta, no bien establecen predominio las obligaciones cotidianas y, por carácter transitivo, comienzan a merodear las angustias existenciales, tan empeñadas en reducir a la mendicidad a cuanta neurona prodiga emociones positivas.”