Caigo en la cuenta de que me hago mayor cuando empieza a parecerme horrorosa la forma de vestir de los que empiezan ahora la universidad. Pero siempre me recuerdo que lo que me parece feo no necesariamente lo es. Umberto Eco lo explica: “Aunque en la actualidad algunas personas pueden sentir repugnancia ante la visión de jóvenes con anillos atravesados en la lengua, sería equivocado considerarlos genéticamente corruptos. Si tomamos en cuenta que muchos de estos adolescentes se desvelan al observar el buen aspecto clásico de George Clooney o Nicole Kidman, entonces se vuelve claro que se comportan exactamente como sus padres. Pues sus progenitores, si bien, por un lado, compran vehículos y equipos de televisión diseñados según los cánones de la divina proporción del Renacimiento, por el otro lado se deleitan con las películas splatter , llenas de sangre y de materia cerebral chorreando en las paredes, compran dinosaurios y otros monstruos para sus pequeños hijos y van a los happenings organizados por artistas que agujerean sus propias manos, atormentan sus extremidades o mutilan sus genitales.” Cuando lo feo es hermoso