Sí: es el eterno dominio de lo plano; no hay profundidad ni perspectiva; es un gobierno perenne del elogio del momento, de la excepcionalidad de cada asunto. Y resulta que asistimos a todo con un déjà vu omnipresente, pero el eco de los Medios, grandes cómplices del disfraz político que oculta la atonía, nos mantiene en la ilusión de que realmente está pasando algo serio cada día, o al menos de que lo que nos cuenta es realmente algo serio. Lo dice Carlos Alonso Romero en Lo de hoy sí que ha sido gordo: “La excepcionalidad permanente es el impulso político que hace que todas estas repeticiones sean concebidas como verdaderas noticias, pues al parecer este aburrimiento eterno de repeticiones no resulta lo suficientemente explícito para la mayoría. La difusión de la excepcionalidad permanente es una precondición: sin este impulso político, no serían tan fáciles de justificar las intromisiones policíacas o la mercantilización del espacio común y de las relaciones sociales.”