Ladrones Ilustrados deja en ridículo las inocentes correrías adolescentes de robalibros; narra las estrategias, estadísticas, rankings de los más sustraídos y otros entresijos del robo de libros en Chile: “Otra forma de operar, menos violenta, es la de parejas que supuestamente entran a las librerías a curiosear, saltando de un volumen a otro, lo que a ojos de muchos podría ser un acto normal. Pero su intención no es tan inocente como parece. Muchas veces, la mujer lleva un gran escote, una minifalda, y comienza a coquetear con los vendedores, quienes caen embelesados cuando ella se les acerca pidiéndoles una cotización. Les habla, los mira, se inclina ante ellos para ostentar su busto. Mientras esto sucede, la pareja de la mujer llena de libros su bolso recubierto por un papel aluminio especial, el que muchas veces impide que suene el sensor a la salida de la librería.”