David Llada disecciona en este curiosísimo artículo las manías y supersticiones que acompañan a todos los grandes jugadores de ajedrez, poniendo como ejemplo máximo al mítico Garry Kasparov: “Resulta ya más difícil de explicar con argumentos racionales su empeño por ocupar siempre la misma mesa del restaurante, día tras día y año tras año, teniendo en cuenta que ésta no tiene nada de especial desde ningún punto de vista. Los camareros del Hotel Aníbal relatan divertidos la pugna que durante algún tiempo mantuvieron Karpov y Kasparov por apropiarse de esa mesa: en un par de ocasiones, Tolia se adelantó a su rival y le robó el sitio. Kasparov, al entrar al restaurante y ver a su peor enemigo comiendo en “su” mesa, se largó de allí como alma perseguida por los demonios, y pidió que le subieran la comida a su habitación. Si no era en la suya, no comería en ninguna otra mesa del restaurante.” ¿Maniáticos o supersticiosos?