Yo, ateo etimológico y genético, tengo ciertos problemas con algunos de los grandes teoremas científicos, quizás sólo por incapacidad para entenderlos en toda profundidad, pero creo más bien que la razón es otra: nadie, ni yo ni el más eminente de los sabios, está capacitado para entender las nociones de principio y fin en lo que al Universo se refiere, por la sencilla razón de que en nuestra cotidianidad vital al fin y al principio siempre les sucede y les precede algo. María Dubón escribe sobre la teoría del Bing Bang, su relación con la Iglesia y su recepción: “Por lo demás, la teoría del Big Bang presenta bastantes puntos oscuros. Cuando se nos dice, por ejemplo, que la brutal dilatación del punto físico originario libera una enorme cantidad de energía en el vacío, es evidente que el problema se traslada de ese núcleo físico, la “cabeza del alfiler” donde se halla concentrada la masa del universo, al mencionado vacío, un vacío absoluto y primordial tan difícil de definir como cualquier misterio del credo cristiano.”