José Ignacio González cuenta (contaba hace un par de años) el periplo de de adolescente guineano desde su país hasta Asturias, lugar donde lo tuvo bajo tutela unos meses; y aprovecha la ocasión para decir: “De modo que ya ven esos catorce niños que, como Kaba, llegarán estos días a Asturias procedentes de los cayucos mauritanos, y que nos costarán 350.000 euros (13.200 pesetas niño/día aproximadamente) no son nada nuevo. No son más que el reflejo de que aquello que era una advertencia en el 94 y hoy es una realidad con toda su crudeza, y no hemos hecho nada para evitarlo.
Vendrán cientos de miles, decía Kaba, y no los parará ni el gendarme europeo, ni el tratado de Schengen, ni otras memeces. Más nos vale saber que el mundo está cambiando, que el hambre no conoce fronteras, y que ya es hora de compartir la poltrona cómoda en la que vive un occidente, en buena parte responsable de la barbarie.
Acostúmbrese pues a pagar las 13.200 pelas de cada niño y día porque, en verdad, es justo.” Niños de nadie.