El genio, de María Dubón, bien pudiera haberse titulado Contra el genio: “En ultima instancia, las verdaderas obras de arte no surgen del deseo de ser un genio o del de ser famoso, nacen de un estrato más profundo de recursos emocionales y espirituales del ser humano. Cuando Keats se esforzaba por escribir su Hiperyon, eternamente pospuesto y víctima de un bloqueo crónico, su amigo Haydon le instó a terminar el poema, y la respuesta de Keats fue que había decidido «no escribir nunca más por el solo hecho de escribir, o de componer un poema». Cuanto más luchaba Keats con este poema, más cuenta se daba de que la gran poesía no se puede llegar a escribir por una mera ambición, ni tan sólo en función de un don para el lenguaje noble, sino por un conocimiento de la vida que aún no había adquirido.”