Estamos aún tan empezando en la tecnología informática que todavía hay muchísima gente que utiliza máquinas de escribir en lugar de ordenadores, y no siempre por imposibilidad de alcanzar una computadora. Jorge Gómez Jiménez escribe un bonito texto sobre las Brechas tecnológicas, y en particular sobre la dificultad de enfrentar los dedos a teclados con distintas sensibilidades, algo aparentemente banal, pero que puede ser tan trágico como encontrarse el cuero o la lana cuando esperabas el tacto de la piel de tu amante: “Puede parecer un problema menor, pero no es así. La sensación de tecleo es tan importante que en algunos casos puede dificultar el rendimiento del usuario (o, al menos, del usuario que ya ha conocido la delicia de un teclado con resistencia). Con un teclado demasiado sensible, la única manera de saber si estás tecleando es mantener la vista en el monitor. Alguien que esté transcribiendo un texto de un libro, o un escritor que —como yo— suela gesticular o incluso cerrar los ojos mientras escribe para concentrarse en la historia y no en la herramienta, no puede estar mirando el monitor en forma permanente.”