Alberto Piris describe Un mundo de contrastes e hipocresías con lucidez y, me temo, impotencia: “Si desde Iraq o Afganistán, donde la muerte violenta causa estragos diarios, los ojos del observador pasan sobre Gaza o Cisjordania, contemplan Somalia de nuevo ensangrentada, se horrorizan ante las asiduas plagas africanas de hambre, sida, guerras tribales y miseria sin límites, para planear luego sobre los talleres esclavistas del sur y el este asiáticos, donde por salarios de miseria se fabrica nuestra ropa, es verdad que contemplar las cuitas propias del «Celtiberia Show» (© Luis Carandell) resulta casi un alivio. La corrupción española, hoy tan extendida como denunciada, las fortunas erigidas sobre cambalaches y sobornos municipales, los gérmenes de descomposición que apuntan en algunos ámbitos de la política nacional son, por comparación, asuntos de menor cuantía.”