Análisis exahustivo de la creciente dependencia de los gobernantes del espectácula, de la imagen, de la propanganda que venda un héroe salvador. Lo escribe Omar Rincón y se refiere principalmente a Latinoamérica: “ No se gobierna: se permanece en campaña. El drama comunicativo se basa en la creación de expectativa. Por eso, en vez de gobernar, un presidente debe seguir prometiendo leyes, acciones, políticas. La promesa es eficaz en tanto mantenga despiertos la posibilidad y el deseo, la mirada más allá de la miseria cotidiana. Mientras Uribe no hacía nada pero prometía que en su próximo gobierno lo haría, Chávez promete una vida después de los gringos y Kirchner una autonomía tras el FMI. La promesa significa: «no es que no quiera hacerlo, es que no me han dejado pero lo haré». La promesa mantiene al televidente/elector expectante y con esperanza. El ciudadano se convierte en consumidor de promesas políticas que lo llevan “emocionalmente” más allá de la precariedad generalizada.” Cuando gobernar es una emoción televisiva.