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Política y educación

Enrique Dans: “Las reglas de protocolo dicen ahora que en el momento en que llega el político de turno al evento que sea, todo debe paralizarse para que él o ella puedan subirse a la tarima y empezar su discurso. Si alguien estaba hablando en ese momento, porque el acto llevase algo de retraso o hubiese sufrido alguna alteración en su agenda, no importa: el moderador u organizador del mismo se encargará de interrumpirlo de manera habitualmente brusca, pero con cara de «mi brusquedad está justificada», y de dar paso al político, que tiene que llegar necesariamente «a mesa puesta», y que a veces incluso solicita a la organización que desencadene un aplauso “espontáneo” en el momento de entrar en la sala. [...] En realidad, la culpa no la tiene tanto el político como seguramente una estirpe de responsables de protocolo que se han acostumbrado a una dinámica de ese tipo. Una dinámica que aleja al político del ciudadano, que lo convierte en un monigote que es llevado a un atril donde pronuncia su discurso, para después ser prácticamente retirado del mismo sin tiempo para preguntas, no vaya a ser que se moleste por la interacción con el vulgo y el populacho, o que le hagan alguna pregunta de tono inconveniente. No admitir preguntas tras un discurso o conferencia no es sólo maleducado: es prácticamente un insulto a la dignidad de la audiencia, una negación de su condición de estar a la altura de la conversación.” Política y educación.

Marcos Taracido | 14/12/2006 | Artículos | Políticas nacionales

Comentarios

  1. Otis B. Driftwood
    2006-12-14 12:27

    Me he acordado de lo que contaba mi amigo Carlos sobre las Jornadas de TIMES/ESTIEM que se celebraron en Bruselas hará unos tres años: En la inauguración estaba presente el rey Alberto de Bélgica… sentado entre el público, como mero espectador, sin discursitos ni interrupciones “institucionales”.

    Qué diferencia.

    Esta nueva moda de declaraciones de nuestros mandamases sin admitir preguntas debería de estar prohibida por la ley. Sin más. El problema es que seguimos sin tomar conciencia de que estos cabezadechorlitos, cobardes iluminados, medrosos que desconocen lo fundamental de sus misiones, son empleados nuestros, y tienen SIEMPRE la obligación de responder ante nosotros. Y por eso nadie protesta.

    Saludos.


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