La sensación es de que se está dejando enfriar el proceso de aprobación de la constitución europea: que pase el tiempo, que se olviden los noes, que se acallen los debates; aquí no ha pasado nada. Carlos Taibo: “¿Por qué tantos se han preguntado por las razones, que supuestamente ocultarían agudas patologías, del ‘no’ francés, y tan pocos, en cambio, por la sonrojante normalidad del ‘sí’ español? Aun a sabiendas de que las razones del ‘no’ fueron muchas y variadas —no así, dicho sea de paso, las del ‘sí’, con el grueso de la gran familia socialista cerrando filas, a saber por qué, con liberales y conservadores—, prestemos oídos a quienes se inclinaron por repudiar el tratado por entender que apenas permitía encarar un atávico ‘déficit democrático’, daba alas a una desafortunada aberración estatocéntrica, ratificaba sin rebozo la quiebra, cada vez más palpable, de los Estados del bienestar, alentaba esa formidable superstición llamada competitividad y perfilaba, retórica aparte, una política exterior profundamente insolidaria.” Nube tóxica sobre la UE.