A Eduardo Mendoza le sorprende que Baroja sea hoy más valorado como pensador (pobre) que como narrador (brillante), y da las que él cree razones de esta visión contemporánea: “El primero es que la narrativa pura tal como la practicó Baroja, que en el pasado fue considerada el espejo de la vida, pertenece hoy al terreno del entretenimiento, y el vacío que ha dejado lo ocupa la escritura autobiográfica y testimonial. Curiosamente, sus novelas siguen leyéndose como novelas, sin que el paso del tiempo las haya recubierto del velo historicista o académico, pero quienes las leen y las disfrutan ya no creen que sean, como en su día fueron, una representación veraz y puntual de las personas y sus circunstancias. A diferencia de sus escritos autobiográficos, que participan de lo real, o de sus artículos y ensayos, las novelas de Baroja sólo son hábiles construcciones de la imaginación y de la técnica narrativa.” Baroja: tiempo y memoria.