Ángel Alonso analiza con dureza y rigor el papel que ha desempeñado en política internacional el embajador norteamericano en las Naciones Unidas, John Bolton, ahora que el gobierno Bush ha retirado su candidatura para continuar en ese puesto: “Especialmente recordadas (por su nefasto efecto) serán las más de 750 correcciones que hizo al borrador de la Declaración de la Cumbre Mundial de Naciones Unidas (Septiembre de 2005, apenas 38 páginas de texto), con especiales ataques a los Objetivos del Milenio. La actitud de Bolton quebró el frágil consenso alcanzado a escasos días de la Cumbre, destapando la caja de Pandora para que países como Argelia, Cuba, Egipto, India y Pakistán resucitaran sus objeciones iniciales. El resultado final fue un texto mucho menos ambicioso y reformador de lo que se podría haber conseguido. Otras áreas en las que Bolton ha sido un claro obstáculo para el progreso de Naciones Unidas han sido el establecimiento del nuevo Consejo de Derechos Humanos (al que Estados Unidos se opuso con el solo apoyo de Israel, Islas Marshall y Palau) y su alianza con fuerzas ultraconservadoras en el Capitolio para condicionar parte del pago de la cuota anual norteamericana a Naciones Unidas a ciertas reformas burocráticas.” Bye bye Bolton