J. J. Armas Marcelo, Exhibición y silencio: “Entre quienes dimiten de su propia voz en la sociedad y se dedican sólo a escribir en el interior opacado de su ausencia pública, y quienes sin dejar de escribir, a este lado del río y lejos de la sombra de los árboles, «intervienen» en la historia cotidiana opinando sobre todo lo divino y humano que se mueve en su presencia constante, está el resultado de sus esfuerzos por ser quienes son, unos y otros: sus libros, que a veces nos enseñan lo que son y, lo mejor, qué somos nosotros, sus lectores. Entre el silencio (y el alejamiento físico del resto de sus conciudadanos) y la exhibición (esa presencia constante de la que se quejan algunos columnistas «internacionales»), hay un espacio inmenso que tiene que ver no sólo con el miedo escénico de los unos y la vanidad a veces excesivamente histriónica de los otros, sino con la concepción del mundo y de la escritura que poseen los silenciosos, por un lado, y los exhibicionistas, por el otro. Quede para los chamanes de la literatura la creación de los cánones y la descripción de las fronteras entre los ascetas, raros y solitarios (o malditos y extravagantes) y los bailarines y patinadores en el espacio público de los medios de comunicación.”