Dura y seca la crítica de Timo Goosmann a la conferencia «Darle un alma a Europa», celebrada hace una semana en Berlín. Para el autor alemán el objetivo de utilizar la cultura como elemento de unificación europea no se ha cumplido, aunque sus comentarios son aplicables a muchos de estos encuentros más o menos folclóricos: “No se alcanzó el objetivo de la conferencia, pues para un intercambio fructífero de ideas no bastan condiciones óptimas. Hace falta, además, que los participantes no se contenten con soltar discursos de conveniencia sobre el valor de la cultura, sino que se tomen el tiempo de contestar a los argumentos y críticas de los demás participantes.
El programa del evento no permitió a penas el debate. Las discusiones se desempeñaron a menudo en forma de discursos magistrales durante los que los políticos, en activo o retirados, se limitaban a recitar su lección particular sobre la cultura y los valores. Otros intervinientes de gran talla apenas tuvieron un minuto para expresarse. Poco tiempo para personalidades como Avi Primor, ex embajador de Israel en Alemania. Quizás si hubieran participado menos ponentes, la calidad del debate hubieses sido mayor.” Se le acaba el tiempo al alma de Europa