Distinto, y algo críptico, el punto de vista de Fernando Landro, que argumenta en contra de la tendencia a considerar que el mundo islámico está en el camino hacia la democracia que Occidente recorrió hace 300 años: “Aquellos occidentales que pretenden ver en ciertas formalidades «democráticas» —votar— elementos que permitirían hablar de una instauración del sistema, no tienen en cuenta los antecedentes históricos de las sociedades islámicas.
Existen también defensores de la compatibilidad entre islam y democracia entre algunos analistas musulmanes muy occidentalizados y muy pendientes de mostrar una cara amable del islam. En estos casos, los planteos intelectuales se transforman en meras expresiones de deseo que alejan más la teoría de la realidad.
Es un error pretender darle al islam una cara amable mediante la democracia. El islam es un modelo mucho más trascendente que la mera instrumentación de una forma de gobierno y, posiblemente, el islam no tenga por qué ser o aparecer democrático.” Democracia e islam, dos historias.