Me ha tocado la fibra sensible este texto de un clásico de la ciencia ficción española como es Rafael Marín donde nos habla de la inevitabilidad de escribir y el efecto que le provoca hacerlo: “Llevo así, ya digo, año y pico. Por falta de tiempo, porque uno ve el mundo editorial de otra manera a como lo veía hace tan sólo tres o cuatro años, porque empieza a comprender que escribe novelas con handicap y que, aunque no las escribiera, tampoco el panorama sería distinto. Si se acaba el amor, me decía, ¿no se me acabará también algún día el amor por escribir, el amor por los libros, el amor por el amor de mi vida, o sea, la dama más inconstante de todas las damas, la literatura? Media docena de veces al día podría haberles jurado que sí, que se me había acabado. Y otras tantas que no, que todavía podía darme, a mí y a ella, una oportunidad nueva.
Y me hablaban los amigos, y me tiraban de las orejas los colegas, y no me importaba nada, de verdad, no estar escribiendo. Yo mismo trataba de convencerme de que el hecho de escribir y publicar y tener el reconocimiento que en el fondo todos buscamos cuando sacamos a la luz un libro no son la misma cosa, y que a veces casi son antagónicas. Pero no escribía.” Felicidad