Huele muy mal todo lo relacionado con Líbano, y ahora que ya sabemos que las tramas cinematográficas son todas inocentes y cándidas, cualquier cosa puede ser posible. Javier Monjas pinta el panorama de actualidad: “También escasas horas después del asesinato de Gemayel, hombres armados disparaban contra las oficinas en Beirut del ministro de estado para asuntos parlamentarios, Michel Pharaon, otro destacado cristiano en el ejecutivo libanés, esta vez, ortodoxo griego, en el mismo frente antisirio que sus colegas católicos maronitas. La prensa libanesa no abiertamente prochiíta se pregunta si el país se enfrenta a un golpe de estado impulsado a base de asesinatos mientras recuerda, con agria ironía, que «quedan dos ministros más que dimitan o sean muertos para derribar al gobierno antisirio» nacido de las urnas.” Líbano al borde del caos.