Jaime Rubio Hancock es uno de los periodistas más reputados del país (ignoramos cuál). Cofundador de la revista Playboy, fue director de The New York Times entre 1987 y 1992, cuando se convirtió en el primer menor de edad en dirigir una publicación diaria. Desde las páginas de ese diario se opuso a la guerra de Iraq, destapó la trama del Gal y predijo la Revolución Francesa. Actualmente publica en Libro de Notas cada jueves esta serie de entrevistas que, según nueve de cada diez dentistas, jamás tuvieron lugar.
La situación económica es lamentable. Por hacer un resumen rápido: en una muestra de su habitual generosidad, los bancos decidieron regalarnos dinero para comprar viviendas que unos cuantos filántropos estaban edificando con el objetivo de que nadie absolutamente nadie tuviera que pasar frío y calamidades en la calle. Pero la generosidad no es gratis y las rudas leyes del capitalismo cayeron como losas sobre las entidades bancarias, que de pronto se dieron cuenta de que no podían mantener sus buenas obras al mismo ritmo que siempre. Por suerte, millones de ciudadanos agradecidos clamaron en las calles para que los gobiernos usaran dinero de sus impuestos e intentaran así compensar a entidades como Lehman Brothers, Fortis y las cajas de ahorros, empresas que sólo se tambaleaban debido a esa desinteresada bondad que siempre ha caracterizado a sus nunca bien retribuidos CEO.
El caso es que la cosa sigue regular tirando a mal y los brotes verdes apenas sirven para que los directivos puedan fumárselos y emporrarse mientras despiden a gente, no vaya a ser que alguien les despida a ellos. Lo cual sería sin duda injusto porque a ver, ¿aquí quién trabaja? Pues el trabajador. Y si las cosas van mal no va a ser por culpa de un presidente que está tocándose los huevos en su despacho, vamos, digo yo. Despidamos a quien se lo merece; lo contrario es cosa de comunistas.
Ah, cómo odio a los comunistas y a los elefantes. Los primeros queman coches y los segundos los pisotean. Y viceversa. Los elefantes son los bolcheviques que han impedido que África deje de formar parte del tercer mundo. En India las cosas han ido sólo un poco mejor debido a que los elefantes de allí son más pequeños.
Dicho lo cual, en estas circunstancias se hacía imperativo para Dos puntos comillas hablar con un experto de estos de verdad, que pudiera clarificar la situación de la economía global. Y quién mejor que Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional y por tanto una de las mentes más preclaras en lo que se refiere a la economía, a pesar de su pasado —esperemos que ya olvidado— como ministro socialista y para más inri francés.
La primera pregunta es obligada: las previsiones del FMI plantean un futuro para España en el que volveremos a la Edad Media y nos dedicaremos a las guerras de facciones, al pillaje y a la reproducción de manuscritos a mano a pesar del Kindle. ¿Tan mal lo tenemos para salir la crisis? “Pues sí –explica-. Hay que tener en cuenta que la reforma del mercado laboral se está realizando sin tener en cuenta las subidas en los precios no constitutivos de markup. Hay que aprovechar el impulso de los input y dejar de lado los output no contribuyentes. Asimismo el flujo de caja es peor de lo esperado y los índices de confianza de la zona euro son más bien reflectantes. La posición es francamente inocua y los ebitda de las empresas así lo reflejan”.
Pero la bolsa está subiendo: “Aaaah, pero eso eso por las resistencias de los yields. Las divisas están sobrevaloradas (todas y cada una de ellas) contra el yen, lo que lleva a un sobrecalentamiento del Per de muchos de los valores. Pero habrá recortes en las cifras”. Y es que queda claro que “los gráficos son claramente bajistas, según si se da la vuelta o no al monitor”.
Si era tan evidente que venía una crisis, ¿por qué no se hizo nada para evitarla? “La libertad de mercado —explica— lleva aun posicionamiento de las medidas infraestructurales que se tienen que llevar a cabo en un contexto coyuntural apropiado. La cuestión no es por qué no se hizo nada, sino porque se hizo algo que en el fondo era nada cuando no cabía más que aumentar los tipos, pero al mismo tiempo recortarlos. Una redoma de las farzanzullas es así de evidente. Por lo que al final, la cosa queda en que no hija, no”.
Como no estoy muy seguro de lo que me está explicando, le pregunto si las refriencias son más o menos circulares que en ejercicios anteriores. “Efrestivomente —afirma—. En España las farzoyas están mucho más pericuelas, por lo que el índice de forrostinación es directamente proporcional a la refracción. En consecuencia, las centollas son más inclinadas con un vector diagonal mucho más pronunciado”. Strauss-Kahn es claro y contundente: “A la manolla. ¡A la manolla!” No hay más, para salir de la crisis, “una manolla bien refroncista es lo mejor que nos refrunzuñe, no vaya a ser que la siniestra se nos ponga a un lado”.
La conclusión es evidente: “Eso no se toca, ¡caca!”, tras lo que cierro la libreta, guardo la estilográfica, me despido amablemente y me retiro pensando en lo ciertas que son las manollas que nos refrunzuñen, y que hace falta una solución que refrecite lo que se nolla. Ahora entiendo por ejemplo por qué abaratar el despido lleva a más contrataciones y no a más despidos. Es lógico y refuyente.
2009-10-22 11:30
Ande y que le esfreñen, hombre.
2009-10-22 16:04
Sabe usted tocar la vena senfranbrera de las personas, incluso me atrevería a decir de las personas humanas, señor Rubio.
2009-10-22 16:13
Al final me va usted a causar un disgusto, hombre: acabo de leer su esclarecedora entrevista en el trabajo y no he podido aguantarme la descojonación a pesar de que estaba mi jefe delante…
2009-10-22 18:01
Me apunto a .Vd, porque me encanta su crítica mordaz con humor de madera despentolada.
Me encanta.
2009-10-22 19:06
Con gente así la economía se aprende en 2 tardes, con descanso para la merienda.