Jaime Rubio Hancock es uno de los periodistas más reputados del país (ignoramos cuál). Cofundador de la revista Playboy, fue director de The New York Times entre 1987 y 1992, cuando se convirtió en el primer menor de edad en dirigir una publicación diaria. Desde las páginas de ese diario se opuso a la guerra de Iraq, destapó la trama del Gal y predijo la Revolución Francesa. Actualmente publica en Libro de Notas cada jueves esta serie de entrevistas que, según nueve de cada diez dentistas, jamás tuvieron lugar.
A pesar de la orden de alejamiento, Gaspar Llamazares irrumpe en mi despacho, vestido con unas gafas de estas que vienen con nariz y bigote incorporado, y luciendo gabardina y sombrero calado hasta las cejas. Amenazo con llamar a la policía y soltarle a mis monos guardaespaldas entrenados para morder orejas, pero reconozco que una frase suya me hace recapacitar. Igual sí tiene algo que contarme. “Jaime —dice, demostrando conocer mi nombre—. El FBI está tras mis pasos".
Suelto un “hm” mientras retuerzo el labio. Le digo a mi fiel chimpancé asesino que nos deje solos un momento y que cierre la puerta al salir. Guardo silencio. Respiro fuerte para dar a entender que estoy analizando cuanto me está diciendo. Y le digo lo que pienso: “Señor Llamaloquesea… Insisto en lo que le he dicho en todas las ocasiones en las que ha venido aquí exigiendo una entrevista: no sé quién es usted ni a qué se dedica, y desde luego no entiendo qué interés podría tener el FBI en su persona, suponiendo que usted sea una persona”.
Llamaetc asegura ser diputado por un partido llamado Izquierda Unida del que jamás he oído hablar. Me explica que era el partido de Víctor Manuel “hasta que se vendió al de la ceja por las comisiones de la SGAE”. Ante mi ignorancia, asegura que Víctor Manuel es “un cantante muy famoso” e insiste en poner una cinta de cassette que trae consigo. La cinta resulta ser una copia y se persona un interventor de la SGAE al cual tenemos que pagarle con dos latas de atún (claro). Tras escucharla, aseguro que jamás había oído al tal Víctor Manuel y además preferiría no haberlo hecho, pero que sigo sin tener claro qué es lo que quiere el FBI de Llamazoras.
“¡Está clarísimo! —afirma—, ¡los yankis quieren arrancarme la cabellera! ¡Le están poniendo mi pelazo canoso a todos los terroristas del mundo con la intención de tener una excusa para arrancarme la cabellera!” Según lo que dice haber podido averiguar, “los americanos conservan la tradición india de arrancar las cabelleras de sus enemigos y yo soy uno de sus enemigos más peligrosos”. Al parecer, su condición de “comunista que decía cosas feas en público sobre Bush” le ha convertido en una de las personas más buscadas en América. “El FBI no dio con mi pelo por casualidad: puso mi nombre en Google" ¿Y no podría ser que pusiera el nombre de Gaspar en Google, buscando el pelo del rey mago que venía de Oriente como Bin Laden y por tanto con rasgos físicos posiblemente asimilables?
Gaspar se lo piensa durante dos minutos (enteros) y luego llega a la conclusión de que “eso sería aún peor, porque todo el mundo sabe que yo soy republicano y lo que pienso sobre los reyes. Republicano y comunista. Está claro que los americanos quieren acabar conmigo al más puro estilo apache”.
Este señor con barba asegura que las consecuencias pueden ser terribles: “Imagina que ahora voy y se me ocurre ir a Nueva York de rebajas. En la misma aduana identificarían mi peinado con uno de estos aparatos que salen en CSI, vendría un indio de dos metros y ciento veinte kilos, me tumbaría en el suelo y me arrancaría la cabellera con un machetaco. Y luego, a Guantánamo, con todos los demás comunistas. A Carrillo se llevaron el otro día. Y también a Losantos, por su pasado maoísta. ¿Por qué te crees que ya no se habla de Losantos? Pues porque se lo llevaron los americanos. César Vidal escribió un libro sobre el tema ayer por la tarde. Creo que a favor o en contra”.
Lomazares asegura que mis entrevistas “marcan la agenda política mundial”, lo cual es cierto, y que “necesita dar su versión” para no acabar siendo acusado de “los atentados de las Torres Gemelas”. La verdad es que su discurso me tiene preocupado, aunque no sepa muy bien quién es ese pobre hombre, así que le pido que por favor me dé su versión.
Acto seguido, Limazarras saca una armónica del bolsillo de la gabardina e interpreta una versión más que lograda de The final countdown.
Y me doy cuenta de que no puedo ofrecer a los lectores de Libro de notas la versión de Llamarumbas, ya que tengo bastantes problemas con la SGAE y encima quería ir a cortarme el pelo. Pero vamos, su versión es válida. Aunque la canción sea un truño de campeonato. Pero ese es otro tema. Como versión, bien.
2010-01-21 12:43
Aps, pues cuando yo oía a un americano decir “matar al estilo apache” pensé que se refería a llevar cien helicópteros de ese mismo nombre (AH-64) y reventarlo todo a base de misilacos (los Hellfire son mis favoritos).
2010-01-21 14:50
Jaja, lo que me he reído con lo de Víctor Manuel…
Por cierto, dice Llamanoplas en el artículo que referencias que “Para llegar a mi imagen en Google hay que marcar mi nombre”… ¿se cree que google es un teléfono?
2010-01-21 14:59
Jaime, como entrevistado no vales nada; ahora, como entrevistador eres de esos que haces famoso a cualquier mindundi. Genial. Estratosférico. Te falta pelo, eso sí. Pero orejas no. ¿Les digo a los del FBI si quieren utilizarte como modelo de orejas?
Saludos
2010-01-21 15:51
Ya me usan. ¿Por qué te crees que ya no hay más trolls en los bosques escandinavos? Exacto, yo era el modelo. De orejas.
2010-01-21 16:13
Claro que ya no hay trolls en Escandinavia: se han venido todos a LdN!