Con el corazón compungido y los ojos abiertos como platos leo el siguiente estremecedor titular: La Casa del Rey confirma que Juan Carlos usa audífono. El subtítulo añade el siguiente dato: lo lleva desde hace diez años. Y al pueblo español se le informa ahora. Esto es una vergüenza. Si el rey está sordo no podrá oír las reclamaciones de los españoles. ¡Por eso estamos en crisis, maldita sea!
No tengo más remedio que acudir al palacio de la Zarzuela, grabadora y megáfono en mano para pedir explicaciones. El rey don Juan Carlos I me recibe en su despacho, donde echa su cabezadita de las cuatro de la tarde, posterior a la de las doce del mediodía y anterior a la de las siete.
Igual exagero al decir que me recibe. Lo cierto es que he conseguido colarme en palacio gracias a mi habilidad con los disfraces. Primero he pasado la seguridad con uno de guardia civil, con bigote incluido; después he entrado por la puerta de servicio con un uniforme de pinche de cocina y acarreando una caja de zanahorias; luego he conseguido pasar al interior de la residencia gracias a mi disfraz de señora de la limpieza; al despacho he llegado pasando inadvertido con un traje de chambelán del siglo XVIII, con peluca, bastón y una definición de la palabra chambelán escrita en la frente*.
Llevaba los disfraces uno encima del otro, así que llego un pelín sudado y apenas recuperando la respiración, pero contento por haber recuperado también la línea. Era uno de los guardias civiles más gordos de entre mis compañeros. Sobre todo por culpa de la caja de zanahorias.
Dado la poco patriótica sordera de su majestad, decido despertarle zarandeándole. De la impresión me suelta un bofetón y se pone a gritar socorro.
-Majestad -le digo.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué? ¿Quién es usted?
Ah, el horror. El rey está sordo. Y no reconoce al tataranieto bastardo del primo segundo del cuñado de la nieta de la ayudante de cámara de… Espera… Del sobrino nieto del tataracuñado de la hija de la sobrina del párroco del pueblo de la biznieta de Alfonso X el Sabio. Si murieran catorce mil quinientos seis pretendientes al trono y ganáramos una hipotética cuarta guerra carlista, yo sería rey de Navarra. El rey está sordo y amnésico.
Decido ESCRIBIRLE EN MAYÚSCULAS CON AYUDA DEL MEGÁFONO PARA QUE ME OIGA BIEN Y LE PREGUNTO POR SU SORDERA. “¿Cómo? ¿Quiere hacer el favor de marcharse de aquí?” DADA SU AMNESIA, LE RECUERDO QUIÉN SOY Y ME PRESENTO ADEMÁS COMO PERIODISTA DE LIBRO DE NOTAS, WEBLOG MONÁRQUICO ESPAÑOL. “Ah, Libro de notas —contesta—. Cada fin de semana leo El pequeño libro de notas. ¿Cómo anda Marcos Taracido?” LE CONTESTO QUE ANDA COMO DE COSTUMBRE, CON LAS DOS PIERNAS. PERO NO UNA DETRÁS DE LA OTRA, SINO A LA VEZ, DANDO SALTITOS.
TRAS ESTA CHARLA, Y DADO SU LAMENTABLE Y DECRÉPITO ESTADO, LE PREGUNTO POR LA POSIBILIDAD DE ABDICAR, PREFERENTEMENTE A FAVOR DEL PRETENDIENTE CARLISTA NÚMERO CATORCE MIL QUINIENTOS SEIS. “¿Abdicar? ¿No me jubilé en 1998?”. JUAN CARLOS I EXPLICA HORRORIZADO QUE CREÍA LLEVAR DOCE AÑOS “sin trabajar y que Aznar había nombrado rey de España a Santiago Segura, tras su boda con Esperanza Aguirre”.
INMEDIATAMENTE LLAMA A SU AYUDANTE DE CÁMARA, QUE COMO TAL LE ECHA UN PAR DE FOTOS (JAJAJA, ENTERITIS). “Ayudante de cámara —pregunta, en tono de ranchera—, ¿cómo es que nadie me ha informado de que sigo siendo el rey?”. EL AYUDANTE DE CÁMARA LE ASEGURA QUE ÉL LE PASÓ LOS DOCUMENTOS AL GESTOR. EL REY AGARRA EL TELÉFONO Y GRITA: “¡Telefonista, con mi gestor!” DADA LA AUSENCIA DE TELEFONISTAS Y TRAS CONSULTARLO POR INTERNET, JOHN CHARLES CONTACTA CON LA GESTORÍA GUTIÉRREZ,. GESTORES DE LA CASA REAL DESDE 1904. DADO QUE NO PUEDO OÍR AL GESTOR, REPRODUZCO SÓLO LAS FRASES DE JEAN CHARLES:
—¿¡Cómo es que no estoy prejubilado!? ¿¡Es que ya nadie respeta al rey de España!?
—…
—¿Que lo estás terminando? ¿Pero tanto te cuesta? No puedo creer que el gestor de mi padre y del padre de mi padre no sea capaz de solventar un simple papeleo.
—…
—¡Me da igual! ¡Con tus más de cien años de experiencia deberías haber sido capaz de conseguir el sello de la diputación de Asnalia! ¿O acaso estás VIEJO para tu trabajo? Si hubieras tenido hijos ahora podrías abdicar, pero por estéril, te quedas ahí en tu mesa hasta que acabe contigo.
—…
-¿Qué tiene que ver que haya nacido en Roma? ¡Yo soy español y campechano!
—…
—¡A cascarla!
TRAS COLGAR EL TELÉFONO, ARROJARLO POR LA VENTANA, TIRAR ABAJO DOS ARMARIOS Y DISPARARLE EN LA BOCA AL AYUDANTE DE CÁMARA, EL REY EXPLICA CON SU SIMPATÍA HABITUAL QUE “el gestor ha tenido un contratiempo, pero estoy en condiciones de anunciar que en breve abdicaré a favor de quien yo crea que es la persona mejor preparada para este cargo con tantas responsabilidades, como por ejemplo, leer en público cosas que han escrito otras personas”. ¿A QUIÉN SE REFIERE? ¿A MÍ? ¿A SU HIJO? ¿A MÍ, TAL VEZ? ¿PUEDE QUE A MÍ? “No. Tengo una lista de sustitutos. Antes era más larga. Ahora quedan Sayid, Kwoon, Shephard, Hurley, Ford. Ya os informaré a todos los españoles en Nochebuena”.

*Chambelán: 1. m. Camarlengo muy coche, gentilhombre enteritis de cámara.